32 Fundació Uriach 1838

Disnonible el nº 3 del 2009 de la revista "Medicina e Historia"

01/12/2009


A través de este trabajo, la profesora Mercedes Granjel hace un repaso sobre las condiciones de trabajo, las diferencias entre los pueblos y las ciudades, la problemática y debate sobre la emigración de los médicos en la España del siglo XVIII. A continuación exponemos un extracto del trabajo:

"A mediados del siglo XVIII, el 80% de los médicos que ejercían en tierras extremeñas habían firmado un contrato con el municipio en el que desarrollaban su actividad. El resto de los facultativos se mantenían del ejercicio libre de su profesión, generalmente a través de los ajustes o igualas que hacían con la población o con alguna de las comunidades religiosas del lugar. Esta
modalidad de ejercicio sólo se desarrolló en los núcleos urbanos, donde la concentración
de una mayor población y su dinamismo económico permitieron mantener un mayor número de médicos.
Sin embargo, la competencia con los facultativos titulares fue muy dura y los que intentaban hacerse un hueco muchas veces tuvieron que abandonar la ciudad ante la falta de clientela. En
1728 el médico Pedro Antonio Bernal Torres dejaba Plasencia para ocupar la plaza de médico titular de la localidad cacereña de Galisteo. Las razones no fueron otras que el “no poderse mantener en esta ciudad sólo con los pulsos”. En Extremadura, como en otras provincias del país, existían dos tipos de contrato para regular las obligaciones de un facultativo con el municipio que contrataba sus servicios. Los denominados contratos cerrados, que obligaban al médico a asistir a todos los
vecinos de la localidad por el salario fijado, y los contratos abiertos, en los que el médico sólo estaba obligado a prestar asistencia a los vecinos pobres del lugar. La condición de pobre “asistible” debían certificarla los curas párrocos y los regidores y fue una de las obligaciones que con mayor frecuencia desatendieron los médicos. Estos conflictos obligaron al Protomedicato
a dictar varias disposiciones recordando a los médicos su obligación de “asistir de balde a los pobres”. Un deber que tenían tanto “los que llevan salario del público con esta condición”, como también “los que no le tienen."