27/05/2009
La trascendental reforma de Pinel liberando de sus ataduras a los enfermos mentales de La Salpetrière, iba a tardar bastantes años para adentrarse en nuestro país donde, todavía en la segunda mitad del siglo XIX, encontramos manicomios encerrados en viejos hospitales, conventos desamortizados, cárceles públicas y en edificios en desuso.
A este respecto, podemos considerar la traducción realizada por Pedro Felipe Monlau de las “Memorias para el establecimiento de un Hospital de locos” de Brierre de Boismont (Barcelona, 1840), junto al “Proyecto Médico razonado” de Emilio Pi y Molist (Barcelona, 1860) los puntos de partida de una reforma que iba a promover la aparición de una serie de establecimientos, de clínicas mentales privadas, donde se abolió cualquier tipo de fuerza o de restricción mecánica para el tratamiento de los internados.
Como prueva de ello hemos querido realizar una selección de obras que descriven estos nuevos establecimientos para enfermos mentales: “Descripción, marcha y reglamento orgánico del manicomio Nueva Belén” de Juan Giné y Partagás, “Instituto frenopático particular de Gracia” de Dosa y Llorach y la “Memoria de los antecedentes relativos a la construcción del Manicomio de la Santa Cruz” entre otros.